martes, 2 de febrero de 2010

Biografia Rafael Nadal

Sólo el deporte permite que un chico excepcionalmente dotado para su práctica, apenas traspasada la adolescencia, pueda alcanzar la gloria internacional en su especialidad y acumular una fortuna millonaria. Es el caso del tenista español Rafael Nadal, profesional desde los 15 años, que a sus 19 ya ocupaba el segundo puesto mundial en el ranking de la Asociación de Tenis Profesional (ATP) y que, con 22 años, se ha convertido en el número 1 del mundo.

Rafael Nadal Parera nació el 3 de junio de 1986 en la localidad mallorquina de Manacor, donde los Nadal forman una gran familia arraigada en la isla desde el siglo XIV. El patriarca de la saga se llama como su nieto, Rafael, y es un gran aficionado a la música que dirige la orquesta de la ciudad. Es hijo de Sebastián Nadal, director de una empresa que construye pistas de pádel y organiza eventos deportivos, y Ana María Parera, y tiene una hermana, Isabel, su admiradora más entusiasta. Fue su tío Antonio, Toni, quien lo encaminó por el sendero del tenis, hasta convertirse en su entrenador y representante.

A pesar de que al niño se le daba mejor la raqueta (a los cuatro años Toni practicaba con él varias horas al día) que el fútbol (no en vano se proclamó campeón infantil de España a los once años y del Mundo a los catorce), atraído por la estela de su otro tío, el futbolista internacional Miquel Ángel Nadal, se entusiasmaba cada vez más por el balompié. Toni cortó de raíz esta indecisión y le conminó a abandonar los estudios en 4º de ESO para dedicarse en exclusiva al tenis, ante el disgusto materno: "Rafa se hizo profesional demasiado pronto. Al principio yo lo llevaba muy mal, pero finalmente entendí que era imposible compaginar los estudios con su carrera deportiva".

Se inscribió en la ATP a finales de 2001, en el puesto 818. Tenía sólo quince años y pertenecía ya al Real Club de Tenis Barcelona. Sin embargo, no jugó su primer partido profesional hasta el 29 de abril de 2002, en el Open de Mallorca, derrotando al paraguayo Ramón Delgado.

Debía debutar en Roland Garros en 2003, pero una lesión en el codo frustró su deseo. Al año siguiente, una fisura en el escafoides del pie izquierdo, que le mantuvo con muletas de abril a julio, también le impidió disputar el torneo. Entonces se diseñó un plan específico para la prevención de lesiones "para que aflorasen todas las cualidades físicas del tenista, que son genéticas", declaró Ángel Ruiz-Coto. Este médico de la Federación inició la colaboración con la familia Nadal y con el preparador físico del jugador, Joan Forcades, con una media de tres controles anuales. El doctor puntualizó, tras el primer examen: "Tiene la resistencia de un maratoniano, pero, a la vez, es explosivo".

El último semestre de 2004 fue especialmente duro: en pleno proceso de recuperación del ritmo de la competición sólo consiguió ganar el torneo de Sopot (Polonia). Pero terminó la temporada convirtiéndose en el tenista más joven en ganar la Copa Davis. Nadal derrotó al estadounidense Andy Roddick, y su amigo y mentor Carlos Moyá remató la faena, con lo que España pudo adjudicarse la segunda Copa Davis de su historia.

A pesar de ser un debutante, en 2005 se presentó en París como favorito en las apuestas. No en vano hasta aquella fecha, de enero a junio, había ganado cinco títulos de renombre en tierra batida: Costa de Sauipe (Brasil), Acapulco, el Master Series de Montecarlo, el trofeo Conde de Godó y el Masters Series de Roma, una proeza que, en una misma temporada y a esa edad, sólo había conseguido Andre Agassi en 1988. En número de títulos de la temporada 2005 tan sólo le aventajaba en uno el número uno mundial, el suizo Roger Federer, a quien, sin embargo, derrotó en Roland Garros en semifinales, precisamente el 3 de junio, el día del cumpleaños de Nadal.

En la final, no sin ciertos apuros, Nadal derrotó en cuatro sets al argentino Mariano Puerta, que había realizado un torneo impecable. Le entregó el trofeo, en presencia del rey Juan Carlos, su ídolo futbolístico, Zinedine Zidane, pues, a pesar de que toda su familia es del Barça, Rafa es seguidor del Real Madrid.

Ese triunfo lo convertía en el segundo debutante que ganaba en Roland Garros, tras el sueco Mats Wilander, que lo consiguió en 1982 con sólo diecisiete años. Y, sobre todo, elevaba hasta límites insospechados su popularidad y su carisma, hasta el punto que, un mes después, la empresa patrocinadora Havas Sport aseguraba en su sondeo bimensual que el tenista se había convertido en el deportista más popular de España, desplazando al piloto Fernando Alonso de la primera posición y al futbolista David Beckham de la segunda. Por si fuera poco, la Asociación de Tenis de Estados Unidos (USTA, United States Tennis Association) anunciaba que promocionaría sus torneos veraniegos poniendo el énfasis en la imagen de Nadal, calificado como el "wonder boy", sobrenombre también asociado a la estrella de la natación Michael Phelps.

Por su parte, el portavoz de Nike, la firma que le patrocinaba, declaraba que quería convertir a Nadal en el Tiger Woods del tenis, y que estaba dispuesto a entregarle un cheque en blanco para mejorarle el contrato que tenía desde los dieciséis años para convertirlo en el icono de la multinacional en el ámbito tenístico. Era la primera vez que un tenista ocupaba esa privilegiada posición de popularidad en España. Lo cierto era que Alonso, Dani Pedrosa y Nadal estaban cambiando la tendencia de jóvenes aficionados españoles, cuyos ídolos se centraban hasta hacía poco en el mundo del fútbol.

La victoria en el torneo de Grand Slam aupó a Nadal a la tercera posición del ranking de la ATP, por detrás de Federer y del australiano Lleyton Hewitt, quienes disputarían la final del torneo de Wimbledon con victoria del suizo, tras caer Nadal a las primeras de cambio. Además, se convirtió en el primer español que entraba en el top ten con sólo diecinueve años y encadenaba 24 victorias consecutivas en tierra batida.

Su objetivo era llegar al número uno, si bien reconocía que ante sí tenía un muro casi infranqueable, el suizo Federer, quien, según los expertos, estaba destinado a convertirse en el mejor tenista de todos los tiempos. Esa ambición era buena, pero su tío Toni no dejaba que se le subieran los humos a la cabeza y, tras su triunfo en Roland Garros, le advertía: "Tu nivel de juego aún no es perfecto; eres un buen jugador, pero todavía debes confirmar que serás uno de los grandes". Por de pronto, en julio de 2005 ganó en Bastad (Suecia) y en Stuttgart (Alemania), y sumó 34 victorias consecutivas en tierra batida, y en octubre sumó su undécimo título del año (ganó también en Montreal y Pekín) al imponerse en el Masters Series de Madrid.

En marzo de 2006, poco después de reaparecer tras una lesión que le había mantenido inactivo durante cuatro meses, logró en Dubai su primer título de ese año. Posteriormente, revalidó éxito en el Masters Series de Montecarlo, en Barcelona, en el Masters Series de Roma y en Roland Garros. Para hacerse con su segundo triunfo en París, venció al sueco Robin Soderling, al estadounidense Kevin Kim, al francés Paul-Henri Mathieu, al australiano Lleyton Hewitt, al serbio Novak Djokovic, al croata Ivan Ljubicic y, en la final, a Federer (1-6, 6-1, 6-4 y 7-6).

Este último partido supuso un nuevo capítulo del duelo que Nadal y el tenista suizo mantenían por la primacía mundial y que, ese año, se había decantado claramente del lado del español (sus victorias en los citados torneos de Emiratos Árabes Unidos, Mónaco e Italia también se habían materializado al derrotar en sus respectivas finales a Federer). Nadal consiguió en Francia un importante récord: el 29 de mayo, al batir a Soderling, ganó su quincuagésimo cuarto partido consecutivo en tierra batida, superando la cifra de 53 encuentros invicto sobre esta superficie que, desde 1977, poseía el argentino Guillermo Vilas (Nadal no sería derrotado en tierra batida hasta el 20 de mayo de 2007, cuando cayó en la final del Masters Series de Hamburgo ante Federer, luego de una serie de 81 partidos victorioso sobre dicho piso). Poco después, Nadal tuvo una excepcional actuación en el Torneo de Wimbledon; fue finalista, pero en esta ocasión Federer le impidió adjudicarse el triunfo. En ese año 2006, le fue concedida en su país la medalla de oro de la Real Orden del Mérito Deportivo.

En el primer semestre de 2007, ganó los Masters Series de Indian Wells y Montecarlo, y, por tercer año consecutivo, el Conde de Godó barcelonés, el Masters Series de Roma y Roland Garros. Alcanzó su tercera corona parisina mostrando un notable dominio sobre sus sucesivos rivales: el argentino Juan Martín del Potro, el italiano Flavio Cipolla, el español Albert Montañés, Hewitt, Moyá, Djokovic y Federer, a quien Nadal derrotó nuevamente en la final con un resultado de 6-3, 4-6 (único set que el español cedió en todo el torneo), 6-3 y 6-4. Poco después, y tal y como sucedió la temporada anterior, ambos repitieron final en Wimbledon, con victoria para el suizo. Durante ese año 2007, Nadal también se impuso en el Torneo de Stuttgart. Terminó el año, una vez más, en el segundo puesto del escalafón de la ATP.

El año 2008 será recordado como el de su número 1. Empezó en baja forma, pero el bajo rendimiento que también mostraba Federer en ese momento hacía factible el soñado objetivo. Ganó por cuarta vez dos torneos: el Masters de Montecarlo y el Conde de Godó, y derrotó a Federer dos veces en dos finales consecutivas: la del Master Series de Hamburgo y la del Roland Garros. Obtuvo nuevas victorias en el London Queen's Club y venció de nuevo a Federer en la final de Wimbledon, en un partido que duró 4 horas y 48 minutos y que ha sido considerado el mejor de la historia del tenis. Y un nuevo triunfo en el Masters de Canadá lo convirtió, finalmente, en el mejor jugador del mundo según el ranking de la ATP.

Su desparpajo, su confianza en sí mismo, el no dar jamás ningún punto por perdido, su fuerza extraordinaria y su perseverancia son algunas de las claves de su imparable éxito. La férrea disciplina que le impone su tío no le impide practicar sus grandes hobbies: juegos de ordenador, la Fórmula 1, la música (Bon Jovi, Maná, Brian Adams...), el golf, y sobre todo la pesca. Dentro de la pista proyecta una imagen que le reporta tantos beneficios en contratos publicitarios como los que le proporciona su profesión. Luce camisetas sin manga que dejan al descubierto su sólida musculatura, y pantalones pirata, los primeros de ese diseño que vestía un tenista en el terreno de juego.

Biografia Roger Federer

(Basilea, 1981) Tenista suizo. Roger Federer nació el 8 de agosto de 1981 a orillas del Rin, en la capital del cantón de Basilea, en la marca que separa Suiza de Alemania. Hijo de Lynette y Robert Federer, ella sudafricana, él suizo, su progenitor, hasta convertirse en su mánager, se ganaba bien la vida como representante de unos laboratorios farmacéuticos.


Roger creció empero en un entorno de ganaderos y agricultores, en las afueras de Basilea. De ahí que sea un tipo sencillo, que no se siente a gusto entre ejecutivos con traje y maletín.


Creció con la imagen en su memoria de dos grandes campeones en el All Tennis Club, Stefan Edberg y Boris Becker, cuando vio por televisión la final de Wimbledon que ambos disputaron en 1989. Agarró su primera raqueta a los ocho años, pero el fútbol y el hockey sobre hielo le mantuvieron indeciso hasta los catorce, en que se integró en la Federación Suiza de Tenis, donde lo pasó francamente mal porque lo sometieron a una intensa preparación en superficie sobre tierra.


Por entonces tenía un carácter insoportable, tanto, que cuando entrenaba en los centros de alto rendimiento de Ecubles, en la zona alemana, o de Bienne, en la francesa, rompió infinidad de raquetas que lanzaba contra el suelo al fallar un golpe.


Entonces se cruzó en su trayectoria el técnico sueco Peter Lindgren, quien lo domesticó hasta que pudo controlar su ira. Fruto de ello y gracias a su excelente servicio y volea, pronto empezó a ganar torneos locales y nacionales. Cerró su etapa júnior en 1997, ganando la Orange Bowl ante el argentino Guillermo Coria.


Era su primer año en la ATP, en la que empezó como el 700º del mundo, tras haber sido elegido el «Mejor Júnior» del año.


En 1998, con sólo diecisiete años debutó como profesional absoluto de la ATP. Aquel año disputó sólo cinco partidos, pero terminó en el número 302 del ranking, con lo que en un solo año había avanzado 398 puestos. El año siguiente puede considerarse el de su auténtico debut en el circuito mundial, porque jugó ya varios torneos importantes, entre ellos Roland Garros, Wimbledon, Miami y Montecarlo. Terminada, pues, la temporada 1999, pasó a ocupar el número 64 de la ATP.


El año 2000 fue también de aprendizaje, sobre todo mirándose en el espejo de su ídolo moderno, Pete Sampras, aunque el suizo es un jugador más versátil porque se adapta mejor a todo tipo de superficies, incluida la tierra. Aquella temporada ya empezó a superar las primeras rondas, e incluso alcanzó los octavos de final de Roland Garros.


En 2001 confirmó que su proyección era imparable. Llegó a cuartos de final de los torneos en los que en 1999 no pasó de la primera ronda y, además, consiguió su primer título de la ATP, el Torneo de Milán, jugado bajo techo, y acabó 13º del ranking. Terminó la temporada siguiente como jugador revelación de 2002, considerado el año de su consolidación tras ganar los torneos de Viena y de Sydney, así como el Master Series de Hamburgo. Alcanzó, además, la final de Miami, pero falló en Wimbledon y en Roland Garros, lo que le impidió alcanzar el segundo puesto del ranking de la ATP. Quedó sexto.


Al concluir el año 2003, la estrella suiza terminó en el segundo puesto de la Carrera de Campeones de la ATP tras ganar siete torneos: su primer Grand Slam (Wimbledon), y los abiertos de Houston, Marsella, Dubai, Munich, Halle y Viena; es decir, en todas las superficies. Además, se proclamó campeón de la Masters Cup, al derrotar en la final a Andre Agassi por 6-3, 6-0 y 6-4.


El 13 de septiembre de 2004 se convirtió oficialmente en el campeón de la Carrera de Campeones de la ATP, clasificación en la que se puntúa la actuación en los más relevantes torneos del año. Desde la creación de la era Open en 1968, era el tenista que más pronto alcanzaba la primera plaza de esta clasificación.


De esta forma, Federer, que humilló al excelente jugador australiano Lleyton Hewitt en la final del Open de Estados Unidos (6-0, 7-6 (7-3) y 6-0), le arrebató también la primera plaza del ranking mundial (número uno del mundo) al estadounidense Andy Roddick, quizás los dos únicos tenistas, junto al español Juan Carlos Ferrero, que pudieran hacerle sombra en esa nueva década del siglo XXI. Además de ganar en Estados Unidos, conquistó otros dos Grand Slam (Australia y Wimbledon), cinco Masters Series (Indian Wells, Hamburgo, Dubai, Gstaad y Toronto) y la Masters Cup de Houston.


Desde la creación de la ATP, en 1990, Federer, con sus tres Grand Slam, se convirtió en el segundo tenista en conquistar en una misma temporada tres de los cuatro torneos grandes, desde que en 1988 lo consiguiera el sueco Mats Wilander. Antes, cuando no había tanta profesionalidad, también lo consiguieron Tony Trabert (1955), Lew Hoad (1956), Ashley Cooper (1958), Roy Emerson (1964) y Jimmy Connors (1974).


A fines de 2003 Federer rompió con su entrenador, porque estaba convencido de que no necesitaba entrenador técnico: «Cuando estoy en la pista juego yo, no él. Aprendí tanto, que me sentí preparado para valerme por mí mismo, y por ello sólo utilizo un amigo como sparring», dijo. Por su parte, Lundgren comentó: «Se pasaba el día jugando a la PlayStation, y cuando algo le salía mal, no podía controlar su ira».


Desde que abandonó a su descubridor, Federer sólo recurre a su preparador físico, el suizo Pierre Paganini, y a su fisioterapeuta, el checo Pavel Kovak. En sus viajes por el circuito internacional lo acompañan sus padres y su novia, la ex tenista de origen eslovaco Miroslava Vavrinec, quien se encarga de las relaciones con la prensa. En 2003 rompió, además, con la poderosa organización IMG, para crear su propia compañía (RF), formada íntegramente por sus familiares y por los amigos que conforman su entorno, y que debutó en el mercado con la fragancia «RF-Roger Federer».


Federer tiene fijada su residencia en Munchenstein. Con su compatriota Martina Hingis, es el orgullo de Suiza, donde en 2003 fue elegido «Mejor Deportista del Año» y «Suizo del Año». Además, al término de aquella temporada la Asociación de Tenistas Profesionales lo proclamó «Mejor Jugador Europeo».


Es un fanático de la comida y los quesos italianos, y sus animales preferidos son el león y el tigre (aunque cuida con esmero a su vaca Juliette, que le regaló un aficionado suizo tras imponerse en el Torneo de Gstaad). Su música preferida es la de AC/DC y Lenny Kravitz, y es hincha del equipo de fútbol F. C. Basilea.


Compagina sus entrenamientos con la práctica de otros deportes, como el golf, el fútbol y el esquí alpino, y dedica algunos momentos a la marcha de la Fundación Roger Federer, que creó en diciembre de 2003 para atender a los niños desamparados de Sudáfrica que viven en New Brighton, cerca de Port Elizabeth, y promocionar el deporte entre los jóvenes.

Biografia Fernando Alonso

Fernando Alonso Díaz nació el 29 de julio de 1981 en Oviedo, hijo de José Luis Alonso, a la sazón maestro industrial y hoy director deportivo de Adrián Campos Motorsport, y de Ana Díaz, dependienta de El Corte Inglés en la capital asturiana. Tiene una hermana cinco años mayor, Lorena, médica de profesión.

A pesar de su corta carrera, Alonso tiene ya un currículo que supera por intensidad y precocidad a los de los grandes campeones. A los tres años, su padre le regaló un kart que había construido él mismo. El rechoncho Alonso se encaprichó con el «juguete» y empezó a familiarizarse con el olor a carburante. Aquel mismo año ganó ya su primera carrera, organizada por un centro comercial y en la que participaron niños que casi le doblaban la edad. Aquello le dio coraje para seguir pilotando cuando salía del colegio, siempre vigilado por su padre, quien ya se percató de las cualidades innatas que tenía su hijo para el pilotaje. Dedicó todo su tiempo libre al hijo, a pesar de que recibió una oferta para incorporarse al Celta de Vigo como portero, posición en la que jugaba desde muy joven.

Desde los cuatro años hasta los catorce (1985-1995) estudió en el colegio Santo Ángel de la Guarda, en Oviedo, donde cursó primaria y EGB. Después frecuentó el Instituto Leopoldo Alas Clarín de San Lázaro, donde permaneció hasta 2000, año en que abandonó los estudios porque los compromisos deportivos le impidieron seguir estudiando, de manera que ni siquiera terminó el COU.

Con siete años Alonso ganó en 1988 su primera carrera oficial de karts, proclamándose campeón infantil de Asturias tras vencer en las ocho carreras de que constaba el certamen. Para entonces ya ostentaba desde hacía tres años la obligatoria licencia oficial de la Federación Española. En ella, el chavalín reconoce que tiene plena consciencia de sus actos y que se atendrá a todas las normas. Todo falsificado, claro.

Su proyección era fulgurante, de ciudad en ciudad y de circuito en circuito, con un viejo Peugeot que conducía su padre, mientras los otros competidores llegaban en Mercedes o en BMW. Su padre hacía de mecánico y de consejero. En 1989 se proclamó campeón de karting de Asturias y de Galicia. Al año siguiente debía competir ya en categoría cadete, algo que para la modesta familia se hizo prohibitivo: «Le compré un kart de primera mano y debía cuidarlo hasta los dieciocho años. Teníamos que empezar a competir en Europa y yo no tenía dinero para hacer frente a tantos gastos», ha confesado su padre. Cuando ya habían decidido desistir ante la desesperación del chaval de once años, surgió el «milagro». Apareció Genís Marcó, importador de karts, que se encaprichó de las cualidades del chaval, hasta el punto de que éste estrenaba un kart en cada carrera y Marcó le conseguía patrocinadores para los viajes o ponía él mismo el dinero de su bolsillo.

En la categoría cadete se proclamó campeón de Asturias y del País Vasco en 1991, año en el que fue subcampeón de España porque no pudo participar en algunas carreras. En 1993 y 1994 conquistó ya sendos Campeonatos de España en la categoría junior, lo que le sirvió de pasaporte para participar posteriormente en el Campeonato del Mundo.

Así, con un sueldo de 100.000 pesetas al mes y catorce años, llegó al Mundial de Karting. Era su primera participación y subió ya al podio como tercer clasificado, por delante de otro debutante, su competidor en fórmula 1 Kimi Raikkonen. Estamos en 1995. A fines de ese año probó un Toyota con éxito. La marca le ofreció correr el Campeonato de Fórmula 1 al año siguiente, pero Fernando, aconsejado por su padre, rehusó porque las condiciones económicas eran ridículas.

En 1996, pues, siguió disputando carreras de karting, y aquel mismo año se proclamó campeón de España, del Trofeo Estival de Italia, del Marlboro Grand Prix y, lo que es más importante, campeón del mundo en categoría junior. En 1997 compitió en la categoría Internacional A, en la que se proclamó campeón de España, de Italia y de Europa.

En 1998, aún en la misma categoría, fue de nuevo campeón de España, y ganó, además, el Trofeo París-Bercy, el de la Industria en Italia y el Open Ford. Entonces apareció en escena otro personaje fundamental en la carrera de Fernando, el ex piloto valenciano de Minardi en la fórmula 1 Adrián Campos, el que sería ya su sombra y mánager.

Campos conocía a Alonso desde que éste era un niño y seguía su trayectoria minuciosamente sin que el interesado se percatara. Para 1999 lo fichó como sustituto de Marc Gené en la fórmula Nissan, de monoplazas, un campeonato de velocidad pensado para pilotos, no para marcas. Alonso consiguió 9 pole position, 8 vueltas rápidas y 6 victorias, lo que le dio el título de campeón Euro Open Movistar. No tenía carnet y con sólo diecisiete años volaba en los circuitos a más de 250 kilómetros por hora. Se lo sacó nada más cumplir los dieciocho años, curiosamente conduciendo un Renault Megane. El profesor le advirtió que en las pruebas fuera más deprisa, porque en las clases prácticas iba demasiado despacio.

Alonso, con su primer título de monoplazas bajo el brazo, debía seguir progresando, y el paso natural fue la fórmula 3.000, en la que en 2000, el año de su debut, logró su primera victoria en el Gran Premio de Bélgica y fue segundo en el de Hungría, integrado en el equipo Astromega. Este exitoso debut lo consagró ya como una promesa de la fórmula 1, en la que debutó, después de ejercer como probador de Minardi -la escudería menos competitiva-, en el Gran Premio de Australia de 2001. Aun así le sacó el máximo partido al coche, terminando nueve carreras y superando ampliamente y con asiduidad a Tarso Marques, su compañero de equipo.

Tras la experiencia con Minardi, Flavio Briatore, dueño de Renault, por el que había fichado para cinco años, lo llamó de Minardi, donde estaba cedido, para ejercer durante todo el año 2002 como probador de la marca francesa, con resultados más que satisfactorios.

En 2003 fue ya piloto oficial de Renault, una marca más competitiva pero muy lejos aún de los Ferrari, los Williams o los McLaren. Pronto se consolidó como la revelación del campeonato, sobre todo a partir de que, el 22 de marzo, se convirtiera en el piloto más joven en lograr la pole position en el Gran Premio de Malasia, donde además, con su tercer puesto, fue el primer piloto español en subir al podio. Consiguió esa pole a los 21 años, 7 meses y 22 días, superando ampliamente a quien ostentaba el récord, Rubens Barrichello (22 años, 3 meses y 5 días) o a campeones como Jackie Ickx (23 años, 8 meses y 3 días), Ayrton Senna (25 años y 1 mes) y Michael Schumacher (25 años, 4 meses y 12 días).

A lo largo de la campaña destacaría nuevamente con un subcampeonato en el Gran Premio de España celebrado en Montmeló, pero sobre todo en el Gran Premio de Hungría, donde se impuso con autoridad y se coronó en lo más alto de la fórmula 1 sacándole 26,6 segundos a su inmediato competidor, Kimi Raikkonen, y doblando nada menos que al campeón del mundo, Michael Schumacher. Con 22 años y 26 días Alonso entraba en la historia de la fórmula 1 al ser el más joven en lograr la victoria, superando el récord de Troy Ruttman (22 años y 80 días) y Bruce McLaren (22 años y 104 días), quienes ganaron en 1952 y 1959.

Todos estos buenos resultados hicieron que Fernando Alonso acabara el Mundial en una meritoria sexta plaza, por debajo de Ralf Schumacher y Rubens Barrichello. Sin duda, fue la revelación de la temporada y todo hacia pensar que el siguiente año sería el de su consolidación definitiva.

Pese a todo, a lo largo del Mundial 2004 una vez más Schumacher se mostró imbatible y Alonso acabó la temporada sin haberse podido alzar con ningún triunfo. En la retina de muchos aficionados quedan, pero, sus grandes carreras conduciendo como un verdadero campeón y los diferentes podios conseguidos en los circuitos de Francia, Austria, Inglaterra y Hungría. De esta manera, el piloto español siguió destacando y quedó en el cuarto puesto del campeonato del mundo, con 59 puntos.

Finalmente, en el 2005, llega la consolidación de Fernando Alonso como piloto de Fórmula 1. Esta temporada es la más importante del automovilismo español hasta la fecha por ser la primera en que un piloto nacional esté muy cerca de convertirse en Campeón del Mundo de la especialidad. Ha sido un año ciertamente espectacular para Alonso, quien desde la pretemporada ha sabido establecer las bases de este gran triunfo.

Los primeros entrenamientos de la temporada 2005 ya mostraron un Fernando especialmente fuerte como rival del gran Michael Schumacher y muy bien respaldado por su escudería: Jarno Trulli dejó Renault y Giancarlo Fisichella se convirtió en su nuevo compañero. También su nuevo monoplaza R-25 ayudaba al piloto con espectaculares cambios sobre el coche del año pasado: esencialmente un motor más potente y mejoras aerodinámicas en el chasis para adaptarse a la normativa de la FIM.

Su espléndida conducción ha permitido a Fernando Alonso estar a punto de ser nada menos que el primer español y el piloto más joven en convertirse en Campeón del Mundo de la máxima categoría del automovilismo. Son contadas las carreras en las que no ha triunfado y numerosos los podios que ha conseguido. Los Grandes Premios de Australia, Malasia, Bahrein, San Marino (donde ganó después de un apasionante duelo con Schumacher), Francia, Alemania y España han sido algunas de sus mejores victorias de este año.

En 1999 Alonso conoció en un campeonato de karts a la que hoy es su novia, Rebeca, estudiante de música en el Conservatorio de Avilés, donde toca el violonchelo. Se ven poco, porque Fernando vive en Oxford, donde tiene su sede el equipo.

Según las personas de su círculo íntimo tiene casta, carácter y una desmesurada confianza en sí mismo. Está convencido de que nadie puede sacarle más partido que él al coche que conduce. Y, según Adrián Campos y otros expertos, tiene un talento natural, que Fernando potencia con entrenamientos muy duros. Además, a pesar de su carácter serio en los circuitos, tiene un carisma que enamora a la gente. En familia y con las amistades, es bromista y divertido. En casa le apodan Nano, su rivales Magic y la prensa el Toro, debido a su gran envergadura en un joven de 1,71 de altura y 70 kilos de peso.

Es un apasionado de todos los deportes, que utiliza como entrenamiento. Practica el ciclismo, el tenis, la natación y el fútbol, en el que su equipo preferido es el Real Madrid. Su comida preferida, aparte de los guisos asturianos de su madre, es la pasta, le encanta el cine de terror y su ídolo deportivo por excelencia es el ciclista que logró vencer al cáncer: el estadounidense Lance Armstrong. Como él, aspira a ser un consumado campeón, en otra modalidad.

Biografia Albert Einstein

Albert Einstein sigue siendo una figura mítica de nuestro tiempo; más, incluso, de lo que llegó a serlo en vida, si se tiene en cuenta que su imagen, en condición de póster y exhibiendo un insólito gesto de burla, se ha visto elevada a la dignidad de icono doméstico, junto a los ídolos de la canción y los astros de Hollywood.

Sin embargo, no son su genio científico ni su talla humana los que mejor lo explican como mito, sino, quizás, el cúmulo de paradojas que encierra su propia biografía, acentuadas con la perspectiva histórica. Al Einstein campeón del pacifismo se le recuerda aún como al «padre de la bomba»; y todavía es corriente que se le atribuya la demostración del principio de que «todo es relativo» a él, que luchó encarnizadamente contra la posibilidad de que conocer la realidad significara jugar con ella a la gallina ciega.

Albert Einstein nació en la ciudad bávara de Ulm el 14 de marzo de 1879. Fue el hijo primogénito de Hermann Einstein y de Pauline Koch, judíos ambos, cuyas familias procedían de Suabia. Al siguiente año se trasladaron a Munich, en donde el padre se estableció, junto con su hermano Jakob, como comerciante en las novedades electrotécnicas de la época.

El pequeño Albert fue un niño quieto y ensimismado, que tuvo un desarrollo intelectual lento. El propio Einstein atribuyó a esa lentitud el hecho de haber sido la única persona que elaborase una teoría como la de la relatividad: «un adulto normal no se inquieta por los problemas que plantean el espacio y el tiempo, pues considera que todo lo que hay que saber al respecto lo conoce ya desde su primera infancia. Yo, por el contrario, he tenido un desarrollo tan lento que no he empezado a plantearme preguntas sobre el espacio y el tiempo hasta que he sido mayor».

En 1894, las dificultades económicas hicieron que la familia (aumentada desde 1881, por el nacimiento de una hija, maya) se trasladara a Milán; Einstein permaneció en Munich para terminar sus estudios secundarios, reuniéndose con sus padres al año siguiente. En el otoño de 1896, inició sus estudios superiores en la Eidgenossische Technische Hochschule de Zurich, en donde fue alumno del matemático Hermann Minkowski, quien posteriormente generalizó el formalismo cuatridimensional introducido por las teorías de su antiguo alumno. El 23 de junio de 1902, empezó a prestar sus servicios en la Oficina Confederal de la Propiedad Intelectual de Berna, donde trabajó hasta 1909. En 1903, contrajo matrimonio con Mileva Maric, antigua compañera de estudios en Zurich, con quien tuvo dos hijos: Hans Albert y Eduard, nacidos respectivamente en 1904 y en 1910. En 1919 se divorciaron, y Einstein se casó de nuevo con su prima Elsa.

Durante 1905, publicó cinco trabajos en los Annalen der Physik: el primero de ellos le valió el grado de doctor por la Universidad de Zurich, y los cuatro restantes acabaron por imponer un cambio radical en la imagen que la ciencia ofrece del universo. De éstos, el primero proporcionaba una explicación teórica, en términos estadísticos, del movimiento browniano, y el segundo daba una interpretación del efecto fotoeléctrico basada en la hipótesis de que la luz está integrada por cuantos individuales, más tarde denominados fotones; los dos trabajos restantes sentaban las bases de la teoría restringida de la relatividad, estableciendo la equivalencia entre la energía E de una cierta cantidad de materia y su masa m, en términos de la famosa ecuación E = mc², donde c es la velocidad de la luz, que se supone constante.

El esfuerzo de Einstein lo situó inmediatamente entre los más eminentes de los físicos europeos, pero el reconocimiento público del verdadero alcance de sus teorías tardó en llegar; el Premio Nobel de Física, que se le concedió en 1921 lo fue exclusivamente «por sus trabajos sobre el movimiento browniano y su interpretación del efecto fotoeléctrico». En 1909, inició su carrera de docente universitario en Zurich, pasando luego a Praga y regresando de nuevo a Zurich en 1912 para ser profesor del Politécnico, en donde había realizado sus estudios. En 1914 pasó a Berlín como miembro de la Academia de Ciencias prusiana. El estallido de la Primera Guerra Mundial le forzó a separarse de su familia, por entonces de vacaciones en Suiza y que ya no volvió a reunirse con él.

Contra el sentir generalizado de la comunidad académica berlinesa, Einstein se manifestó por entonces abiertamente antibelicista, influido en sus actitudes por las doctrinas pacifistas de Romain Rolland. En el plano científico, su actividad se centró, entre 1914 y 1916, en el perfeccionamiento de la teoría general de la relatividad, basada en el postulado de que la gravedad no es una fuerza sino un campo creado por la presencia de una masa en el continuum espacio-tiempo. La confirmación de sus previsiones llegó en 1919, al fotografiarse el eclipse solar del 29 de mayo; The Times lo presentó como el nuevo Newton y su fama internacional creció, forzándole a multiplicar sus conferencias de divulgación por todo el mundo y popularizando su imagen de viajero de la tercera clase de ferrocarril, con un estuche de violín bajo el brazo.

Durante la siguiente década, Einstein concentró sus esfuerzos en hallar una relación matemática entre el electromagnetismo y la atracción gravitatoria, empeñado en avanzar hacia el que, para él, debía ser el objetivo último de la física: descubrir las leyes comunes que, supuestamente, habían de regir el comportamiento de todos los objetos del universo, desde las partículas subatómicas hasta los cuerpos estelares. Tal investigación, que ocupó el resto de su vida, resultó infructuosa y acabó por acarrearle el extrañamiento respecto del resto de la comunidad científica.

A partir de 1933, con el acceso de Hitler al poder, su soledad se vio agravada por la necesidad de renunciar a la ciudadanía alemana y trasladarse a Estados Unidos, en donde pasó los últimos veinticinco años de su vida en el Instituto de Estudios Superiores de Princeton, ciudad en la que murió el 18 de abril de 1955.

Einstein dijo una vez que la política poseía un valor pasajero, mientras que una ecuación valía para toda la eternidad. En los últimos años de su vida, la amargura por no hallar la fórmula que revelase el secreto de la unidad del mundo hubo de acentuarse por la necesidad en que se sintió de intervenir dramáticamente en la esfera de lo político. En 1939, a instancias de los físicos Leo Szilard y Paul Wigner, y convencido de la posibilidad de que los alemanes estuvieran en condiciones de fabricar una bomba atómica, se dirigió al presidente Roosevelt instándole a emprender un programa de investigación sobre la energía atómica.

Luego de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, se unió a los científicos que buscaban la manera de impedir el uso futuro de la bomba y propuso la formación de un gobierno mundial a partir del embrión constituido por las Naciones Unidas. Pero sus propuestas en pro de que la humanidad evitara las amenazas de destrucción individual y colectiva, formuladas en nombre de una singular amalgama de ciencia, religión y socialismo, recibieron de los políticos un rechazo comparable a las críticas respetuosas que suscitaron entre los científicos sus sucesivas versiones de la idea de un campo unificado.

lunes, 1 de febrero de 2010

Biografia Franklin Dominguez

Franklin Domínguez Hernández (nacido el 5 de junio del 1931 en Santiago de los Caballeros) es un dramaturgo, director teatral, abogado, actor y político dominicano.

Domínguez nació en Santiago, cursó los estudios primarios y secundarios en su ciudad natal. Estudió actuación en la Escuela Nacional de Bellas Artes en Santo Domingo. Es licenciado en filosofía y doctor en derecho por la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fue "Director de Información y Prensa de la Presidencia" (1965), "Director General de Bellas Artes" en dos ocasiones y presidente de la Sociedad de Autores y Compositores Dramáticos de la República Dominicana.Fundó la agrupación política "Movimiento de Conciliación Nacional".

Su producción dramática es abundante y abarca la comedia, la tragedia, la sátira política y el drama cotidiano. En 1979 recibió el Gran Dorado y en 1983 ocupó el segundo lugar en el Certamen Internacional de Dramaturgos Diego Fabbri, celebrado en Italia. Ha obtenido el Premio Nacional de Teatro Cristóbal de Llerena en ocho ocasiones. En 1975 con "Omar y los demás", en 1979 con "Lisístrata odia la política", en 1983 con "Los borrachos", en 1986 con "Drogas", en 1992 con "Las extrañas presencias", en 1997 con "Bailemos ese tango", en 1998 con "Duarte, fundador de la República" y en 1999 con "La telaraña del poder". En el 2003 recibió el Premio Nacional de Literatura, reconocimiento otorgado por el Estado Dominicano y la Fundación Corripio a la obra conjunta de un autor.

Su proyección como dominicanista no solamente ha sido a nivel nacional sino, principalmente, a nivel internacional, proyectando su teatro por los cinco continentes y representando al país, como dramaturgo y como funcionario en los más variados eventos a través del mundo.

Ha representado al país en numerosos festivales internacionales de teatro. Varias obras suyas han sido traducidas al inglés, francés, chino y ruso, y trascendido internacionalmente.